La construcción de viviendas para afectados por la SQM (sensibilidad química múltiple) es un importante reto para la bioconstrucción. El nivel de calidad ambiental que estas personas necesitan es muy alto.
La toxicidad derivada de las emanaciones de multitud de productos artificiales es creciente. Incluso ha llegado a crear en nuestro entorno unos niveles de contaminación que enferman al ser humano. Dada esta situación, esa debilitación hace más vulnerables a los organismos frente a otras emanaciones que encontramos en la propia naturaleza. Así, las causas generadoras de esta patología tienen muy diferentes orígenes. La bioconstrucción y sus beneficios pueden ser beneficiosos para los enfermos SQM.
De esta manera se crea una llamada de atención que indica con contundencia nuestra separación de los procesos naturales de la vida. Incluso llega a mostrarnos el desligamiento de la armonía que tenemos por naturaleza. Las consecuencias de esta situación son el incremento del padecimiento de anomalías cada vez en más personas.
Esta contaminación destructiva se convierte así en la herramienta de concienciación ante el camino tomado por el ser humano.
Asistimos al desencadenamiento de una pandemia silenciosa e implacablemente progresiva. Ésta cuenta ya con millones de afectados, muchos de los cuales desconocen serlo, aunque expresan los síntomas de ello.
Se estima que, aproximadamente, un 15% de la población padece alguna de las patologías que pueden englobarse dentro de este cuadro de dolencias. De este 15%, alrededor de un 0,7%, lo vive con extremo sufrimiento.
La SQM es, sin duda, una alarma para la consciencia humana, donde se produce un vínculo muy directo y visible del efecto que están produciendo los tóxicos en el organismo humano. Es cruel y doloroso. Pero a la vez te da la oportunidad de despertar, recuperando una alarma dormida que nos avisaba de estos peligros. Debido al exceso de adaptación nos hemos relajado y no somos conscientes del mal que producen estas sustancias del entorno. Además, todas ellas interaccionan continuamente con nuestro organismo. Incluso, a veces, llegan a hacer verdaderos estragos, no solo fisicamente, sino anímica, mental, emocional y espiritualmente.
Hay mucha confusión, al decir que la adaptación es buena. Es necesaria, sobre todo para sobrevivir en un momento determinado. Pero muy peligrosa si perdura en el tiempo, porque es la que silencia la posibilidad que tenemos de reaccionar o responder ante un peligro.
La naturaleza no se adapta (miles de especies están muriendo y desapareciendo). Pero no lo hace no por ser débil, sino por ser verdadera y sensible.
A veces confundimos la sensibilidad con la debilidad. La sensibilidad es el medio más adecuado para percibir la verdad, y por tanto, ir a favor de todo aquello que nos sienta bien, propiciando la evolución.
Los síntomas son multisistémicos, debido a que pueden desencadenar reacciones en cualquier órgano. Entre ellos, encontramos: migrañas, cefaleas, debilidad, pérdida de memoria, pérdida de fuerza y energía, incapacidad de concentración, temblores, cansancio, intolerancias alimentarias, tinnitus, trastornos digestivos, alteraciones endocrinas, problemas de tiroides, etc.
Muchos de estos productos y materiales tienen alternativas y pueden ser sustituidos por otros mucho más naturales. Y otros pueden evitarse por innecesarios.
Las construcciones pueden ser mucho más naturales.
Dra. Pilar Muñoz Calero
Presidenta de la Fundación Alborada
El deterioro ambiental de nuestros entornos exige un proceso de adaptación. Sin embargo, muchos organismos no son capaces de realizarlo debido a la agresividad creciente de tanta contaminación.
Este tipo de patologías pone a la humanidad ante una situación de extrema debilidad, al no conocer los orígenes y la forma de resolverlas. El deterioro ambiental que en estos momentos hemos llegado a producir se vuelve contra los seres humanos. Pudiendo llegar a cobrarse un precio cuya magnitud desconocemos, ya que cada día son más las personas afectadas.
La contaminación existente en nuestras ciudades, en muchas ocasiones, suele ser inferior a la contaminación que vivimos y respiramos en nuestros hogares. Esto es debido a la cantidad de productos químicos que utilizamos para decorar, limpiar, amueblar, pintar, etc. Estos productos, en muchas circunstancias, lejos de ser inertes, son activos emanadores de sustancias tóxicas. De igual forma, los altos niveles de contaminación electromagnética, hacen de algunas viviendas, espacios agresivos y adversos.
En estudios realizados se ha llegado a comprobar, en casos extremos, que la contaminación existente en algunos hogares, ha llegado a alcanzar un nivel del orden de entre 3 y 100 veces superior a la que encontramos en la calle. Llegándose a dar la especial circunstancia de que muchos afectados por la SQM, se encuentran mejor en la calle que en casa.
La creación de espacios sanos es, más que una obligación, un derecho de primer orden de cada ser humano. La investigación sobre la arquitectura sana, su profundización y conocimiento es el intento que estamos intentando desplegar.
En el caso concreto de la SQM, los espacios habitables a crear, en muchas ocasiones, exigen medidas complementarias. Pero que pueden llegar a ser contradictorias con la bioconstrucción. Dado que esta patología suele ser muy personalizada por los componentes desconocidos que la generan, cada caso exige soluciones específicas. De cualquier forma, la bioconstrucción, a la hora de responder a estas patologías, es un buen punto de partida. Ya que es un tipo de construcción basado en el intento de crear espacios limpios, sanos y libres de contaminación. La dificultad que la personalización de cada caso conlleva, hace que la arquitectura que resuelva cada necesidad requiera un diseño propio.
Igual que creamos este sistema, autodestructivo para la humanidad, tenemos potencial para crear un nuevo paradigma.
Muchos, cada vez más, sentimos que los tiempos que vivimos son turbulentos, extraños, inciertos, duros, confusos, inestables… Sin embargo, palpita por doquier una sensación de amplificación de consciencia, de cambio lento, progresivo, como entre nieblas. Pero a la vez implacable, firme.
El salto a dar exige dejar atrás muchos conceptos erróneos, creencias, autoengaños, falsas verdades, manipulaciones, dogmas y actitudes externas e internas permitiéndonos alcanzar un mundo más saludable y humanizado. Lo cierto es que nos resistimos a abandonar nuestros anclajes, ya que lo desconocido, siempre levanta temores y recelos. Ante esta resistencia al cambio, algo en nuestro interior despierta sistemas, que nos empujan, a través del dolor, a atravesar aquello que no somos capaces de mirar o resolver con la consciencia.
Esta contaminación que se expande como una plaga, bajo el punto de la consciencia, puede significar la alarma que nos haga plantear alternativas. Esto conllevará tomar medidas, a efectos de mejorar el medio ambiente, que frenen este proceso autodestructivo que nuestra inconsciencia ha generado. Paralelamente debemos profundizar en la necesidad de retornar a la armonía primigenia de la que procedemos y en la que la salud es la cualidad natural.
ÁNGEL MARTÍNEZ MARTÍNEZ
Amalur Arquitectos
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