A partir de hoy, en la ciudad de Valencia nos adentramos en las fiestas Josefinas, las más importantes de la ciudad, de gran relevancia turística y reconocidas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Este gran reconocimiento, conseguido hace tan sólo 3 años, nos demuestra que las fallas han evolucionado, tanto como para llegar a este logro. La evolución, sin duda, conlleva cambios, pero la tradición de las Fallas es eterna, y hay aspectos de esta fiesta que nunca van a cambiar.
Las Fallas giran en torno a un pilar fundamental: sus monumentos. Altas construcciones llenas de sátira y buen humor, colores vivos y figuras que parecen reales. Pero esto no es así desde el principio. El monumento, en los inicio de la fiesta, era l’estoreta velleta, a la que todos los vecinos del barrio acercaban los muebles que ya no querían para deshacerse de ellos. Con la evolución, llegaron monumentos realizados con maderas, caña, yeso, pasta de papel, e incluso metales, un material ya prohibido.
Más adelante, gracias a los avances de la tecnología, se consiguió hacer figuras cada vez más realistas, menos pesadas y con formas más innovadoras. Esto fue posible por el uso de otros materiales como el porexpan, la resina o la fibra de vidrio. El uso de estos materiales, los nuevos materiales, causan una gran humareda negra que apenas deja percibir la cremà del monumento, ya que el este se prende y se desintegra rápidamente.
Estos últimos años, como respuesta a la situación de crítica que se creó, muchas comisiones falleras, incluso la falla municipal, han comenzado a construir monumentos compuestos de materiales mucho más sostenibles con el medio ambiente, volviendo a los criterios tradicionales, a los orígenes, a la madera. Los artistas falleros apuestan, cada vez más por la tradición, pero siempre con toques vanguardistas.
Esta nueva forma de plantar fallas está acorde con la mentalidad de las nuevas generaciones, que cada vez más están concienciadas con el respeto al medioambiente. En las fallas, igual que en la construcción pasiva, se unen los criterios tradicionales y las últimas tecnologías y los sistemas más punteros. Aúnan lo moderno y lo eco-friendly.
La construcción de una passive house se basa en criterios básicos que tienen unos orígenes realmente tradicionales. El excelente aislamiento térmico que se consigue en las casas pasivas es gracias, en parte, a los anchos muros que envuelven la vivienda. Y las ventajas conseguidas con los estudios de orientación de la construcción son propias de la época de pastoreo.
La vuelta a los orígenes está de moda. La unión entre tradición y modernidad. Descubre qué puede aportarte una casa pasiva. No dudes en ponerte en contacto con nosotros, ¡estaremos encantados de informarte y resolver tus dudas!